A quién le importa si se hunde Abengoa

Situación de Abengoa. Se hunde o reflota

¿Y qué pasa con Abengoa? La famosa reestructuración (un concepto abstracto y eufemístico para decir que hoy no se paga… y mañana tampoco) se vuelve a retrasar semana tras semana. Los intereses de los acreedores y los bonistas quedan relegados a un segundo plano.

Como si de una partida de ajedrez se tratase, todo el mundo anda haciendo cálculos y moviendo sus fichas para obtener el mejor resultado posible, especialmente en lo que se refiere a la banca acreedora, que busca obtener su legítima plusvalía, cuanto antes… mejor; todo ello sin olvidar a los tristemente famosos fondos buitres, unos oportunistas cuyo lema no es otro que el de “a río revuelto, ganancia de pescadores”.

Nadie quiere avalar

Nadie quiere avalar, porque nadie quiere arriesgar, y menos en estos tiempos de incertidumbre. En este sentido, los 800 millones que se imploraban en marzo, han quedado reducidos a 200, pero ni aún así. Y no es de extrañar, dada la evolución de la termosolar andaluza, porque esto no es ya una cuestión de valentía, sino de tener ganas de perder dinero. Sin embargo, si no se cumple este requisito, difícilmente se va a firmar ningún acuerdo.

Pocos saben que Abengoa fue escogida, entre muchas, para llevar a cabo más de cincuenta proyectos de ingeniería como líneas de transmisión eléctrica, plantas de cogeneración o desaladoras alrededor de todo el mundo entre los años 2014 y 2015, con un presupuesto que rondaba los 5.500 millones de euros.

Nadie quiere tampoco el concurso

Ninguna de las partes quiere ir a un concurso de acreedores que se eternice en los juzgados y, aunque solo sea por esta razón, fuentes cercanas estiman que se firmará un acuerdo tarde o temprano.

Pero es necesario un rescate, y cuanto antes, es decir, no más allá de este mes de julio. Si será público o privado, eso está por ver.

Letra pequeña en el acuerdo a la hora de repartirse el botín

La letra pequeña que determinará la composición del accionariado de la compañía pequeña se está articulando en estos momentos, y determinará cómo se repartirán los cuantiosos ingresos que se esperan una vez que la energética empiece a acometer el proceso de desinversiones, que es la oportunidad más realista que tienen a día de hoy los acreedores para poder cobrar.

Si el interés prioritario no fuera éste, sino el de asegurar un futuro para Abengoa, hubieran hecho algo más por evitar el chorreo de proyectos a los que la compañía está renunciando como consecuencia de no presentar los avales exigidos por los contratistas.

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abril 11, 2017

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